Por Gustavo Escobar Vélez
(Fuente consultada: Revista “CANTANDO” No. 221 Martes 27 de junio de 1961)
Corría el mes de junio de 1961 y para conmemorar los 26 años de la muerte de Carlos Gardel, la Revista Cantando, de Argentina, envió a su corresponsal Roberto Cassinelli a nuestra ciudad con el fin de hacer unas crónicas, las cuales titularon “Tras las huellas del zorzal”. Cassinelli, asesorado por un comité de recepción integrado por Hernán Restrepo Duque, Hernán Caro, Francisco Yony, Leonardo Alzate, Armando Duval y Saúl de Jesús Montoya contactó personajes del tango y algunos sobrevivientes conocieron personalmente a Gardel en su visita a Medellín del 10 al 13 de junio de 1935.
Entre los personajes entrevistados estuvo el barítono colombiano Carlos Julio Ramírez quien estaba actuando en el Circo Teatro España y manifestó lo siguiente:
“No conocía a Gardel personalmente. Por ese entonces yo tenía alrededor de 20 años y representaba la zarzuela Los Gavilanes en la gran Compañía de la celebrada soprano colombiana Marina Ughetti. Me cautivaba su voz y su figura. Había escuchado sus discos y visto sus películas. En aquel entonces, yo no soñaba en esa posibilidad, que para mí llegó años después. Las grabaciones y las películas prestigiaron mi nombre y recién entonces comprendí la verdadera importancia de Gardel. Por ese motivo, al enterarme de su llegada, acudí como un admirador más del gran intérprete al entonces aeródromo “Olaya Herrera”…
Ramírez narra al periodista detalles de las presentaciones del cantor en el España y cuenta que el día 14 no fue a despedirlo cuando partió para Bogotá. Pero, continúa Carlos Julio: “Sí me acerqué al aeropuerto para saludarlo el mismo día del accidente, aprovechando la escala en Medellín que se hacía en aquel tiempo entre Bogotá y Cali. El avión estuvo detenido alrededor de media hora y, a pesar del gentío, nos sobró tiempo para charlar un rato”. A la pregunta ¿Qué le dijo Gardel antes de subir al trimotor F31? El barítono respondió: “Aquellas palabras que halagaron mi vanidad de muchacho ambicioso y soñador de triunfos aún resuenan en mis oídos como una voz celestial: Tenés un gran porvenir con esa voz… ¡salí a buscarlo, tocayo..!. Me abrazó y se encaminó hacia el aparato… ¡Pensar que concurría sonriente a una cita con la muerte!..”
Finalmente, Carlos Julio narra el episodio sucedido en un sitio de encuentro frente al Hotel Europa donde el colombiano cantaba para clientes y Gardel, que escuchó desde su habitación la voz de Ramírez, bajó a conocerlo. Y aseguró el barítono que Gardel lo invitó al hotel y le pidió que le cantara un tango. Le cantó dos y le ofreció cantarle un fragmento de zarzuela a lo cual El Zorzal dejó que la guitarra de Aguilar, de sus guitarristas eran para acompañar tangos no zarzuela. Carlos Julio le cantó a capella un fragmento de Los Gavilanes. Al despedirme, en la puerta de su habitación me dijo casi lo mismo que al final de nuestra breve amistad. “¡De cuánto me sirvió su estímulo poco después!” Dijo el artista de Tocaima.
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