

Por La Fundación para la Libertad de Prensa La ola feminista del siglo XXI tiene por lo menos siete años de ser noticia recurrente por sus multitudinarias marchas. Desde que sucedió en Argentina la primera versión de “Ni una menos” (2015) las preguntas sobre el cubrimiento por parte de periodistas hombres cis sigue siendo un tema debatido entre el activismo y la libertad de prensa. La de hoy, 8 de marzo, seguramente no será la excepción. La solicitud de no presencia de hombres cis es también una forma de protesta y se entiende en el contexto de la reivindicación para las mujeres víctimas de violencia de género que rompen su silencio en las calles. Es un espacio separatista que reconoce la deuda histórica de desigualdad y la violencia sufrida por las mujeres. Sin embargo, la exclusividad del cubrimiento trasciende el tema feminista. Solo el año pasado, registramos tres agresiones contra hombres reporteros que cubrieron las marchas feministas del 8 de marzo, el 28 de septiembre y el 25 de noviembre. Restringir el acceso a un suceso de interés público, en este caso a hombres cis, es contrario a los principios de la libertad de prensa. Una idea que también se puede analizar desde otros escenarios: ¿y si se negara el cubrimiento de periodistas no indígenas a las mingas?, o pensado en el contexto internacional, ¿si se negara el cubrimiento a periodistas católicos, musulmanes o judíos, a eventos no religiosos o por solicitud de cualquiera de las partes? La solicitud de espacios no mixtos es igualmente una oportunidad para que periodistas mujeres y reporteras gráficas hagan este tipo de cubrimientos con el respaldo del medio de comunicación para el que trabajan. Garantizar la equidad de género en el ámbito periodístico es un reto pendiente, que no solo se gana cuando las audiencias reconocen como igual el papel de las mujeres periodistas, sino también, cuando desde los medios se promueven buenas prácticas para fomentar que más mujeres ingresen y se sientan seguras. Además de esto, los medios deben tener una reflexión amplia y diversa sobre cómo abordan los escenarios de protesta social en los que poblaciones históricamente invisibilizadas reclaman sus derechos. Esa es una deuda que no se puede obviar. También abre otros debates: el bajo número de mujeres en los medios; las buenas prácticas éticas en el cubrimiento de asuntos relacionados con derechos humanos; y, las salas de redacción concebidas como espacios seguros tanto para ejercer el oficio como para tener estas discusiones desde una perspectiva de género. Frente a esto, Volcánicas, Manifiesta y otros medios feministas han construido un manual con indicaciones para que los medios cubran este tipo de eventos. Con estas reflexiones quedan los llamados a los medios para que se preparen y construyan protocolos para la reportería evitando generar mayores riesgos o daños a sus equipos pero también a las poblaciones que cubren. Por su parte, también es necesario un llamado a quienes convocan y participan de las manifestaciones sociales a que no excluyan y no agredan a la prensa que observa y transmite sus luchas. El derecho a la libertad de prensa defiende el ejercicio periodístico libre y sin discriminación por ningún motivo. Para garantizar información plural se necesita un cubrimiento por parte de todo tipo de medios y periodistas, sin excepción.
Comments