Por Jorge Aurelio Toro Restrepo
El tiempo, cuando se cansa de solemnidad, pone a la historia a repetirse, como una cinta de Moebius.
MEDELLÍN, DÉCADA DEL VEINTE
En 1921 los estudiantes de la Universidad de Antioquia se amotinaron para exigir que se pusiera en su Paraninfo el retrato del insigne periodista Liberal, Don Fidel Cano. Dicha exigencia se sustentaba en la ley 22 de 1919 que firmara Don Marco Fidel Suárez. El problema era que el Paraninfo estaba consagrado al Corazón de Jesús y el Rector había dilatado la orden durante dos años, mientras resolvía un “pequeño” problema: ¿Cómo conciliar la imagen paradigmática de los manzanillos con la de los godos?
Los estudiantes decidieron no esperar más e irrumpieron violentamente en el recinto, quitaron el Sacratísimo cuadro y pusieron en su lugar el de Fidel Cano. La godarria medellinense replicó airadamente: “...enfrentarle con Jesucristo, colocándole en el mismo recinto donde él está entronizado, es una profanación sacrílega”. El estudiante Fernando Gómez Martínez (luego dueño del periódico El Colombiano) proclamó: “...fue un bofetón diabólico dado con mano sacrílega en la frente de la fe y de la religiosidad tradicionales...”. Las hordas azules y rojas se encuentran en las calles y en varios enfrentamientos se cobran un muerto y varios heridos.
El entonces gobernador de Antioquia, Miguel María Calle, le pidió al arquitecto y constructor del problemático recinto, Horacio M. Rodríguez, le resolviese el problema, a lo que éste aconsejó “...crear un salón alterno al paraninfo donde se pudieran exhibir- “ese” retrato que usted me mostró- y las demás imágenes que por decreto se estipularan”. El arquitecto, que no es pendejo y sabe el agua que le moja, pues su puesto está en juego, termina su dictamen al gobernador de la siguiente manera: “...mi concepto podrá parecerle erróneo, pero en ningún caso parcializado”.
ANDES, DÉCADA DEL SESENTA
En el año de 1964, siendo mayoría los conservadores y presidiendo el Concejo Municipal, un osado liberal, Raúl Echeverri (el pájaro azul), colgó en el recinto del Concejo, sin previa autorización, un cuadro enorme de Enrique Olaya Herrera. Dicen que el patatús de don Roberto Mejía y demás godos fue grande. En conciliábulo encontraron la solución, que fue leída solemnemente en sesión de cabildo de Julio 14: “Honorable concejal Echeverri y demás miembros de esa colectividad (la manzanilla), lamento informarles que está expresamente prohibido en este honorable recinto fijar imágenes de personajes que no sean nacidos en nuestra querida población”.
El aludido cabildante manzanillo, Raúl Echeverri, pidió el uso de la palabra y con igual solemnidad contestó: “Honorable concejal Mejía Toro y demás miembros de esa colectividad (la goda), acojo dicha medida y pido sea retirada del honorable recinto la imagen de nuestro insigne doctor Olaya Herrera, pero también las del Sagrado Corazón de Jesús y el Papa Juan XXIII, porque hasta donde alcanza mi humilde entendimiento, dichos personajes tampoco son nacidos en nuestra querida población”.
“La historia era increíble, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero era el ultraje. Sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios”.
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Fuentes:
· ZULETA, Beethoven. Luchas estudiantiles.
· Concejo Municipal de Andes, acta de Julio 14 de 1964.
· BORGES, Jorge Luis. Emma Zunz.
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