Por Carlos E. López Castro
La carrera Junín es una de las catorce calles que figuraban en el primer croquis de Medellín, hecho en 1783. En ese entonces, el nombre era El Resbalón, que fue una danza popular de los viejos tiempos. No estaba poblada de la quebrada Santa Elena hacia el norte, sólo existían casas hacia el sur. Fotos antiguas, sitios simbólicos y gente nos tejen algunas historias. Junín fue el nombre de una de las batallas que ganó Simón Bolívar para lograr la independencia de Perú.
PUENTE JUNÍN
Con la construcción del puente Junín se inicia el poblamiento de ese sector al norte.
Es difícil imaginar hoy, que en el cruce de Junín con La Playa, donde se erige el edificio Coltejer, antiguamente existió, durante 70 años, un puente de techo sobre la quebrada Santa Elena. Así nos lo cuenta Luis Latorre Mendoza, en su libro:
“El actual puente de Junín, se debió a las iniciativas de don Gabriel Echeverri. Este gran hombre, esta voluntad, se presentó una noche ante el cabildo reunido y sin preámbulos, quitándose el sombrero, dijo: “Señores del Cabildo: sepan ustedes que yo me encargo de la erección del puente de Junín… Tengo bajo mis órdenes a un artesano muy entendido, a Vicente Villa Rojas… Sí señores cabildantes… Vicente sabe bastante de ingeniería y por más señas mantiene un nivel de agua en el bolsillo…”
Al día siguiente se dio inicio al trabajo. A poco más de un año se dio principio al puente, y de su solidez pueden responder 70 años de constante tráfago. En 1860 no había más casas en la calle de Junín, del puente hacia el norte, que la quinta llamada de las Chaverritas en donde hoy está el Club Unión y la casa de la esquina del hoy parque de Bolívar, construida por mister Moor”.1
SIGLO XIX
Fotos antiguas nos confirman que debajo del puente de Junín, en la quebrada Santa Elena, en sus arenas auríferas se extraía oro con el tradicional método de mazamorreo. Por otra parte, en una publicación de la revista “La Miscelánea”, edición del año 1898, el general Lucio A. Restrepo escribía sobre este sector de Junín, cómo era cincuenta años atrás: “Recuerdo cuando entré a escuela, allá por 1848, lo que era Medellín; las tierras baldías empezaban en el puente de Junín, y en general la quebrada Santaelena era el límite de la población hacia el Norte; al Sur concluía del lado del convento; y la quinta de don Juan Uribe se levantó en un eriazo, a tres cuadras de la plaza… Tres puentes había sobre Santaelena: el de arco, obra anticuada, cuya construcción, a imitación del puente de San Francisco de Bogotá, se atribuye a Caldas… El de Junín, armazón de vigas con techo tejado, y el de La Toma, de igual clase, que vi arrastrar en 71 por una gran creciente. La quebrada se pasaba también en la calle de Palacé, a media cuadra de la hoy catedral por dos vigas que habían sido puestas allí por los dueños de unos pobres ranchos que habían construido pobres familias de ese lado, y dos varines de sauce permitían el paso a la casa de las Pizas de donde vino el nombre del puente “Las Pizas”… Al salir de la escuela, y muchas veces cuando no queríamos ir a ella, eran nuestros paseos favoritos Junín y el puente de las Pizas; en el primero, porque saltábamos la cerca de fique de la manga de los Echeverri, donde colectábamos abundante provisión de guayabas; y el de las Pizas, por el charco que había al pie del puente, que era nuestro baño favorito”.2
TEATRO JUNÍN
En la esquina de Junín con La Playa (donde hoy está el edificio Coltejer), en 1924 fue inaugurado el monumental edificio Gonzalo Mejía (construido con dineros del Consorcio de Fomento: Gonzalo Mejía, Nemesio Camacho, Juan Di Domenico y Harold B. Mayham), diseño de Agustín Goovaerts. En este edificio estuvo hasta 1968 el hotel Europa y el Teatro Junín que en su época llegó a ser el séptimo teatro más grande del mundo y el primero en Colombia con capacidad para 3.500 entradas, así: mil personas en luneta, 500 en primera, siete palcos de 6 entradas cada una y más de dos mil entradas de galería.
En 1934, la carrera Junín ya estaba pavimentada y en 1935 fue el año en que se les da un número a las calles y carreras, y Junín se empieza a conocer como la carrera 49.
En 1939, se inicia la ampliación y continuación de la carrera Junín desde La Playa hasta San Juan (punto conocido como Los Balcanes). En 1940 escribe en sus memorias don Ricardo Olano sobre este ensanche: “Carrera Junín: Los trabajos de esta ampliación marchan normalmente aunque muy despacio. Al frente oriental de la Plazuela Uribe Uribe ya la avenida está abierta en el lote comprado a los señores Melguizo y se han construido allí edificios modernos… En el comienzo de la avenida sobre la orilla de la quebrada de Santa Helena (sic) ya se tumbó el edificio de los señores Vásquez Uribe, donde estaba la cantina de la Bastilla edificio mezquino y antiguo que era una vergüenza de Medellín en esa parte central”.4
CAFÉ LA BASTILLA
Durante muchos años, fue el templo de un grupo de intelectuales desde la época de Tomás Carrasquilla y Horacio Franco, entre 1915 y 1970. Adel López Gómez, cronista del pasado, así nos cuenta: “Nunca fue café atiborrado ni ruidoso. En diez años continuos de frecuentarlo cada día, nunca estuvo repleto y jamás vacío. Porque además su calle, la de Junín, era una estrecha vía casi peatonal, de gastados ladrillos rojos en los andenes y sencilla piedra de río, diestramente puesta en cubrimiento de la calzada… Y había siempre una mesa libre cuando llegaba el viejo Tomás Carrasquilla y acudía junto a él la admirable cohorte… Las mañanas dominicales de La Bastilla –si es que en rigor puede llamarse mañanas– se iniciaban a las diez y terminaban a la una de la tarde. Estaban magistralmente amenizadas por la orquesta del maestro Gonzalo Vidal, que a su virtuosismo musical unían un extraordinario talento como poeta y buen confeccionador de coplas satíricas”. 5
LA VOZ DE ANTIOQUIA
Durante varios años, la Voz de Antioquia, símbolo de la radio en Colombia, estuvo ubicada en la carrera Junín, entre La Playa y Maturín. Fue la época en que parte de la programación consistía en invitar a artistas en vivo lo que movía multitudes para verlos en el radio teatro o para escucharlos por radio. Muchas fotos corroboran la presencia de Leo Marini, Lucho Bermúdez, Matilde Díaz, Agustín Lara, Pedro Vargas.
La primera emisora conocida en Medellín, de propiedad de Arturo Uribe y Alfredo Daniels se conoció como HKO Medellín Radio, la cual se convirtió en la Voz de Antioquia, en 1935.
Se asociaron Coltabaco, Fabricato, Cervunión, Laboratorios Uribe Ángel, Compañía Nacional de Chocolates, Café la Bastilla y Carlos Escobar, para formar la Compañía Colombiana de Radiodifusión, empresa que absorbió a la primera estación HKO, cambiando su nombre por La Voz de Antioquia, en la frecuencia 1250.
Entre las décadas del 60 y 70, Junín se convirtió en el sitio ideal para detener el tiempo. Un instante de los peatones quedaba inmortalizado en las instantáneas o telescópicas de “Foto Lujo”, que durante veinte años fotografiaron a todos los paisas que sacaban algún pretexto para caminar por esta vía. Verbo que se volvió popular: juniniar.
PASAR Y PASAR
Junín fue paso obligado de los “jipis”, seguidores del movimiento hippie que se reunían en el Parque de Bolívar a predicar el lema “haz el amor y no la guerra”. Los futbolistas argentinos frecuentaban ir a visitar a su paisano Leonardo Nieto, propietario del Salón Versalles. Un sector de la burguesía frecuentaba ir en las tardes a tomar el té al Astor. Dos negocios que se niegan a desaparecer con el paso del tiempo.
Durante aquellos tiempos, desfilaba por Junín un grupo de jóvenes detrás de un supuesto profeta, llamado Gonzalo Arango, que vino de Andes a predicar “la nada” como el espíritu de la existencia. Se autodenominaron Nadaístas. Sus pasos, sus pisadas, aún se pueden leer en numerosos libros de poesía, de ensayo y de irreverentes epístolas.
En 1970, Junín se convirtió en pasaje peatonal. Se cerró el paso de vehículos desde La Playa hasta Caracas.
Junín cambió su pasar y pasar de la gente. El uso del territorio es más comercial que de encuentro ciudadano. Su cara se transformó con los años. Los pasos van lentos, otras veces a prisa, pero las huellas dejadas por el pasado, no se borran con un resbalón.
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NOTAS:
1 Periódico El Bateo. 19 de octubre de 1904.
2 Varios autores. La ciudad y sus cronistas. Instituto Técnico Metropolitano. Medellín, p. 106
3 Fabio Botero. Cien años de la vida de Medellín. Editorial Universidad de Antioquia. Segunda edición, diciembre de 1998
4 Ricardo Olano. Memorias tomo II. Colección Cielos de Arena. Medellín, 2004. p. 608
5 Adel López Gómez. La ciudad y sus cronistas. Instituto Técnico Metropolitano. Medellín, p. 183.
Para saber más sobre Junín, leer las crónicas en varias ediciones de la Revista Historias Contadas y la de Jesús Peláez Álvarez No. 38, p. 12.
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