Por Jaime Mercado Jr.
La Sonora Matancera se fundó el 12 de enero de 1924. El hecho fue en la casa de don Valentín Cané. La misma, estaba situada en una casa humilde en el barrio Ojo de Agua. Allí, hubo una reunión espontánea entre amigos y músicos. Su fundador, como queda dicho, fue Pablo Vásquez, “Bubú”. Él era un extraordinario ejecutante del bajo.
La institución tuvo varios nombres. El primero fue Tuna Liberal. El anfitrión Cané, era el monitor de un grupo de aficionados que ejecutaban el tres. Este instrumento constaba de tres cuerdas pares, típico de la localidad de Baracoa. Con cuatro guitarras, empezó la Sonora. Fueron interpretadas por Domingo Medina, Juan Bautista Yopis, José Manuel Valera y Julio Govín.
En ese entonces, los partidos políticos de Cuba, dos en total, se disputaban la presidencia del país: uno, liberal y el otro, conservador. La primacía, estaba encabezada por el primero. Los músicos que la integraban animaban reuniones políticas del primer partido mencionado. Aún no habían escogido nombre y, luego de un consenso, decidieron llamarse Tuna liberal.
Varios nombres
El primer nombre que adoptaron, como ya dijimos, fue Tuna Liberal. El segundo nombre fue Sexteto Soprano. Más tarde, un joven pescador y marinero –que poseía una afinada y bien timbrada voz de soprano– se vincula al grupo. Era experto en tocar las maracas. Sus compañeros lo llamaban “Caíto” a quien apodaban “Cao”. Su nombre completo era Carlos Manuel Díaz Alonso.
Más tarde, le vuelven a cambiar el nombre. Lo llaman Sexteto Soprano. En 1926, buscan otro guitarrista. “Caíto” recomienda a un amigo suyo. Se trata de Rogelio Martínez Díaz. Éste, por decisión unánime, es designado director. Con motivo del ingreso de Rogelio, vuelven a cambiar de nombre. Lo denominan “Estudiantina Sonora Matancera”. El propósito del cambio era “ponerse a tono con la moda de las estudiantinas y los tríos de la época”. La agrupación se había constituido en el mejor conjunto musical de toda la nación. El nuevo director les dijo a sus músicos, lo siguiente: “Bueno muchachos: parece que nosotros tocamos bien y gustamos. Por aquí no tenemos rival. Viajemos, entonces, a La Habana para probar suerte”.
Con Javier Vásquez
Con ocasión del XVII Encuentro Internacional Matancero, realizado en Medellín, las directivas, de la mencionada institución deciden invitar al actual director, Javier Vásquez. No sobra decir que el director de esta entidad era el doctor Héctor Ramírez Bedoya.
Vásquez nació en La Habana, en 1936 en el barrio “Jesús María”. Es hijo de uno de los fundadores, el bajista Pablo Vásquez, apodado “Bubú”. Estudió en el conservatorio musical de su país, piano, violín y bajo. En 1954 dirige un conjunto llamado los “Hijos de la Sonora”. Así lo llamaron, porque estaba integrado por familiares de los integrantes del mismo grupo. El nombre de la agrupación fue “Conjunto Vascané”.
En el Hotel Nutibara, donde se efectuó el baile de clausura del evento, dialogamos con el maestro Vásquez. Nos prodiga una cordialidad que parece que hubiera estado precedida por el transcurso de varios años.
Sus declaraciones
–¿Cómo llega a ser director de la Sonora Matancera?
–Yo, toda la vida he oficiado en el altar de la honestidad. Por eso, no acudí a la influencia de mi padre, uno de los fundadores. Fue Rogelio Martínez quien me recomendó.
–¿En qué año asume la dirección?
–En 1976. Eso fue para reemplazar a Lino Frías.
–¿Qué opina de él?
–Él era, no solo un gran pianista, sino paradigma de buen hombre. Ingresó al conjunto en la década del 40. Diga también que fue un fecundo compositor.
–¿Qué números de él recuerda?
–Muchos. Entre otros, Si alguna vez volviera, Óyela, gózala, Guíllate, Rumba en navidad, Dime si me quieres, Encanto de mujer, un bolero bien interpretado por el barranquillero Nelson Pinedo.
–¿Qué opina de Celia Cruz?
–Una extraordinaria cantante. Tuve una gran amistad con ella. Nos visitábamos mutuamente. Vivíamos casi en la misma calle. Su muerte, prosigue, fue un duro golpe para la Sonora Matancera que la vio nacer artísticamente.
–¿Cómo llega ella a la Sonora?
–Ella, reemplazó a Myrta Silva, la puertorriqueña, quien había decidido retirarse. Pero la llegada de Celia, suscita algunas reservas. El público, no la aceptaba. Ya Myrta, tenía muchos admiradores. Pero Rogelio, que era un catador de talentos, la respalda. Sidney Seegel, el gerente de discos Seeco, también se oponía. Rogelio, dijo en forma terminante: “Si no la dejan ingresar, la Sonora se retira”.
Benny Moré
–¿Conoció usted a Benny Moré?
–¡Claro! Ese era no solo un gran vocalista. También un privilegiado de la música afrocubana. Sin tener formación de conservatorio, se daba el lujo de dirigir su orquesta. Los músicos de partitura, le hacían caso a sus regaños.
–¿Recuerda alguna anécdota de él?
–Benny Moré, no solo era un hombre humano y servicial. Profesaba un gran afecto por los animales. Tenía en su casa, dice Vásquez, una profusa cría de pollos. A todos les tenía los nombres de los distintos integrantes del grupo: Celia Cruz, Bienvenido Granda, Pinedo, Rogelio, Caíto, Laíto, Bobby Capó. A uno que cantaba demasiado le puso Daniel Santos.
Los que quedan
–¿De los integrantes, quiénes viven?
–Solo uno: quien le habla.
–¿Cuál es la nómina de hoy?
–Edgar López, en las pailas, Rafael Sánchez, en el bajo, Chiqui García, en las congas, Alfonso Medina y Pello García, en la trompeta, yo, director y pianista.
–¿Y los vocalistas?
–David Rosado, María Elena Nereida, esta última, de México.
–¿Siguen grabando?
–Claro. Acabamos de grabar un compacto con el sello Fuentes titulado “Hay Sonora, para rato”.
–¿Hasta cuándo van a grabar?
–Hasta cuando el público lo disponga.
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