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Relación de Pablo Escobar con sacerdotes en Medellín sin tugurios (2)


Pablo Escobar y el sacerdote Elías Lopera en un evento social
Por Diego Bolívar Hernández

Capítulo 1

Nacimiento de un barrio y de un proyecto
Rosa González nació en Primavera, Chocó, un corregimiento de Istmina ubicado a orillas del Río San Juan, lugar en el que a los 18 años se casó con Marceliano Guerrero, con quien tuvo cinco hijos. En 1979 decidió trasladarse a Medellín –una ciudad que no conocía– en compañía de Héctor, un compadre de la familia. Huía de un esposo maltratador y que tenía la costumbre de robar plátanos y frutas en fincas ajenas, por lo que constantemente se veían envueltos en líos.
“Yo puedo aceptar lo que sea, pero nunca a un ladrón”, sentencia Rosa –morena, de cabello crespo, ojos negros y contextura gruesa– desde una butaca vieja en la sala de su casa ubicada en el barrio Pablo Escobar como popularmente es llamado o Medellín sin tugurios como es reconocido por la institucionalidad local. Sus hijos los dejó en Primavera con Inés, su mamá.
El 3 de marzo en la mañana, después de 16 horas de viaje llegaron a Medellín. Héctor se apartó de Rosa por miedo a que Marceliano malinterpretara los hechos. Ella deambulo por la terminal de autobuses, lugar en el que algunos vendedores de los locales le dieron comida durante ese primer día.
En 1979 la capital antioqueña experimentaba un crecimiento demográfico: según los censos del DANE, en el año 1951 Medellín tenía 358.189 habitantes, para el año 1985 eran 1.468.089, un crecimiento de más del 400%. Esto en buena medida debido al conflicto armado que se vivía en otras zonas y que se agudizo en la década de 1940, como lo referencia el texto Las periferias en disputa. Proceso de poblamiento urbano popular en Medellín de Andrea Pérez (2018).
En la noche, Rosa se aventuró por las calles de la ciudad. Después de algunas instrucciones llegó donde Josefa, una mujer que hacía de puente entre empleadas domésticas y empleadoras. Allí conoció a Carmen, su primera patrona, quien le ofreció $1.000 mensuales por trabajar en su casa. La mamá de Rosa ya había trabajado en casas de familias en la capital antioqueña, en su época pagaban $500.
El primer mes recibió $1.500 de pago, de los cuales envió $1.000 a su madre Inés, en un momento en el que el Salario Mínimo era de $3.450. A Rosa le enseñaron desde niña que Jueves y Viernes Santo se debían guardar para Dios: no se podía hacer nada, tampoco se hacían deberes en el hogar. A Carmen, su jefa, no le gustó la tradición que traía desde la selva chocoana, por lo que la obligó a trabajar el Jueves y parte del Viernes.
Al mediodía del viernes Rosa se fue a una finca con algunos familiares que estaban en la ciudad y con quienes había establecido contacto pocos días antes. Regresó el domingo en la mañana y encontró su ropa embadurnada con excremento del bebé de Carmen, razón por la cual renunció.
Ese mismo día consiguió trabajo en una agencia de empleo ubicada entre las calles Junín y Pichincha, esta vez la vivienda estaba en el municipio de Itagüí. Luego trabajó durante más de diez años en barrios como Las Esmeraldas, Laureles y Belén.
En noviembre de 1979 conoció a Manuel Melchor Sánchez. Se ennoviaron y al poco tiempo de iniciada la relación se fueron a vivir juntos. La unión significó la creación de una familia numerosa: la pareja, los cinco hijos de Rosa que ya habían llegado de Primavera y la hija de Manuel. Reunieron dinero y buscaron un lote en el cual construir su casa. Fue así como apareció Ignacio, un vendedor, quien les ofreció uno en el basurero del municipio por $5.000.
* Trabajo de grado de periodismo de la Universidad de Antioquia
Bibliografía
Pérez, A. L. (2018). Las periferias en disputa. Procesos de poblamiento. Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 148-170.
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