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Una mirada al campesino de Medellín




Por Carlos E. López Castro (Texto publicado en la Revista Historias Contadas #83)


Bien vale la pena mira algunos aspectos del pasado de nuestros trabajadores del campo en la capital de la montaña, su sector rural tan olvidado pero que solo en la Feria de las Flores sale al circo público nacional y mundial.


Es necesario recordar que hasta las primeras décadas del siglo XX, las actividades eran netamente agrícolas y mineras en Medellín y el Valle de Aburrá y, por supuesto, sus pobladores eran en un buen porcentaje campesinos. En el año 1864, un censo indicaba que de 23.630 habitantes que tenía Medellín, se dedicaban al sector primario, agricultura y minería un total de 8.665 personas. En el año 1912, la población era 65.547 habitante, de los cuales el sector primario, agricultura y minería lo ocupaban 8.363 personas.


CARGUEROS

Uno de los oficios de los campesinos medellinenses y antioqueños, se llamó carguero.

Carguero, peones de tercio, sillero o silletero era el individuo conocedor de montañas, caminos y trochas, especializado en el transporte de personas en silletas y de mercancía a su espalda, por la topografía agreste de Medellín y de Antioquia.


Para dar una idea de lo que era la dificultad del transporte en el pasado, veamos lo que escribía, en 1814, Alejando Von Humboldt: “Toda la provincia de Antioquia está rodeada de montañas tan difíciles de pasar, que aquellos que no gustan confiarse a la habilidad de un carguero y que no tiene fuerza capaz de atravesar a pie, desde Santa Fe de Antioquia a Bocas de Nare o el río Samaná, deben abandonar toda idea de dejar la región. Se cuenta que una vez, un habitante de esta provincia era tan inmensamente corpulento, que no podía encontrar sino dos mulatos que pudieran llevarlo; y que le había sido imposible volver a su casa, si estos dos cargueros hubieran muerto mientras él estaba en el Magdalena, en Mompox o en Honda”.1


CULTIVADORES DE CAFÉ

Según un informe de Francisco Javier Cisneros, antes de la construcción del Ferrocarril de Antioquia, en el año 1877, Medellín tenía 27 mil cafetos sembrados.


En 1923, una cifra abundante nunca vista, para el Ferrocarril de Antioquia indicaba que se había movilizado 517 mil sacos de café que equivalían a 32.333 toneladas de café.


Ya en el siglo XX, no solo en los corregimientos y sus veredas se cultivaba café. También en muchos barrios donde las casas tenían grandes solares se cultivó café, y después de su secado se llevaba para venderlo al barrio Guayaquil. Allí, existieron varios negocios de compra y venta de café, que generalmente estaban llenos de mujeres que escogían los mejores granos para después trillar o exportar, lo que se conoció como Café Medellín. Del cual, se escribía en la década de 1920, así:


El “Café Medellín”. Es éste el ramo de exportación más importante de este comercio, que envía al exterior anualmente un promedio de 500.000 sacos de café, por un valor aproximado de diez millones de dólares.


El “Café Medellín”, considerado como el café suave de mejor calidad que hoy se conoce, se exporta en su mayor parte a los Estados Unidos, aunque ya han empezado a abrirse también para grandes cantidades los mercados de Europa. El “Café Medellín” es producido en diversas regiones del Departamento, y pasa luego por Medellín, antes de ser exportado, para someterlo al proceso de trilla y selección en los múltiples establecimientos que a ese trabajo se dedican. La plantación de café más importante de las que producen ese grano selecto es “La Suiza”, propiedad del señor Luis Heiniger, con 300.000 árboles. En la ciudad misma se ha venido desarrollando, quizás como sustituto del alcohol, un consumo local de café cada día más intenso en casas, almacenes, oficinas, fábricas, consumo constante, que da la vida a muchas personas, dedicadas a agenciarlo, elaborarlo y ponerlo luego en manos de una multitud de vendedores ambulantes…”2


Aunque el café siempre ha sido de libre comercialización, con el cultivo del tabaco no fue así. En la historia oral que durante veinte años hemos recuperado, se han escuchado historias de campesinos que fueron puestos en prisión por el cultivo o venta de tabaco. Este trabajo de decomisar el tabaco lo hacían guardias de la Administración de Rentas. A continuación, vamos a leer una historia graciosa, protagonizada por el campesino medellinense más típico y recordado en nuestra memoria oral.


CAMPESINOS MEDELLINENSES, HOY

El 18 de julio de 2013, Historias Contadas entrevistó a dos campesinos de Medellín, que han participado en muchos desfiles de silleteros.


Juan Carlos Ramírez Londoño, nacido en Medellín en la vereda Barro Blanco, del corregimiento de Santa Elena. Participa desde hace 40 años en el Desfile de Silleteros, su primera vez fue con una silleta tradicional. En ese tiempo el desfile era por Guayaquil, por la carrera Bolívar hasta llegar a la Plaza de Cisneros. El señor Ramírez, expresó: “Uno se siente satisfecho de participar en el Desfile de Silleteros. Tengo un hijo, hermanos, sobrinos y tíos que participan con sus silletas. Sobrevivimos cultivando las flores y sembrando algo de legumbres”.


Por otra parte, Carlos José Atehortúa, lleva participando en el desfile de silleteros desde hace 25 años. Santa Elena tiene 17 veredas y Carlos José vive en la vereda La Palma, en total del corregimiento participan 500 silleteros en el desfile. Él ha ganado en la categoría comercial: primer puesto, segundo y quinto puesto. En corto diálogo, esto expresó:


¿Qué nos puede contar sobre esa tradición de los silleteros?

En Santa Elena llevamos esta vivencia de la cultura silletera desde hace muchos años, desde la época del siglo XVIII, cuando nuestros cargueros viajaban por las montañas cargando personas y productos diferentes. Los indígenas también tuvieron asentamiento en algunas de nuestras veredas, de ahí parte la historia de nuestros silleteros, cuando nuestros abuelos empezaron a cargar –en esos aparatos de madera que hoy llamamos silletas– nuestro productos del campo hacia la parte urbana de Medellín.


¿Cómo es la situación del campesino medellinense?

La situación ahora del campesino, como todo el país, no hay mucha atención. Se ha visto deteriorada la situación por la invasión urbana que se ha inyectado en las partes del campo. Nosotros en Santa Elena venimos haciendo un trabajo constante y de conservar muchas de las variedades de flores tradicionales que nos enseñaron nuestros abuelos. Ese legado que dejaron ellos, hemos tratado de conservar a través de viveros, cultivos en los diferentes jardines, le apostamos a incentivar a nuestros silleteros en el tema de flores tradicionales y ornamentales para que no se pierda nuestra tradición cultural.


¿Se vive bien cultivando flores, o hace falta más apoyo de incentivos a las cosechas?

Si bien Colombia es un país de mucha exportación de flores, los campesinos no tenemos esa capacidad técnica que tienen los grandes cultivos y los grandes capitalistas. El campesino vive con su cultivo tradicional, con sus flores ornamentales y con eso hace algunos intercambios. Baja a la ciudad a vender algunos de sus productos en las iglesias y en los cementerios, pero hoy por hoy las condiciones no están dadas porque ya los cultivos están muy tecnificados. Tiene que tener uno mucho dinero para mantener un jardín de exportación como existen en el país hoy en día.


El campesinado recordado solo en la Feria de las Flores, ¿qué más nos puede decir de la problemática de ustedes, su tierra y sus cultivos?

Le deben aportarle más a la parte rural a nuestros corregimientos. Los silleteros no solo somos del mes de agosto. En los otros meses también comemos. Necesitamos más apoyo al campesinado para tener más capacidad de producción de flores en nuestra región.

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NOTAS:

1 Alejandro Von Humbolt. 1814.

2 Medellín. Sociedad de Mejoras Públicas. Leipzig, Alemania, 1923.

3 Julio Vives Guerra. Crónicas. Edición Autores Antioqueños. Medellín, 1994, p.55




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