Vagón cerca a los antiguos talleres del Ferrocarril y Metro en la Estación Bello. Foto: Carlosé, 2006. (Escuchar podcast en el siguiente enlace: https://soundcloud.com/historias-contadas/ferrocarril-de-antioquia-las-vias-de-la-memoria
Por Diego Bolívar Hernández
En la tarde del 17 de octubre tuvimos la oportunidad de realizar un conversatorio acerca del Ferrocarril de Antioquia donde contamos con la presencia de algunos personajes muy cercanos a lo que fue este sistema de transporte.
Aquí algunas fechas importantes:
1880: el primero de enero se inaugura la línea férrea desde Puerto Berrío hasta La Malena, cubriendo un trayecto de 15.24 kilómetros.
1926 – 1929: construcción del túnel de La Quiebra.
1963: el Ferrocarril de Antioquia es entregado a la Nación para su administración.
1976: se cierra el Ferrocarril de Amagá.
1980 – 1990: se cierra el Ferrocarril de Antioquia para operaciones comerciales debido a su inviabilidad económica. La infraestructura ferroviaria se desmantela progresivamente y cae en el abandono.
1992: se terminan los Ferrocarriles Nacionales.
2005: se lanzan planes para restaurar el Ferrocarril de Antioquia como parte de un plan integral de transporte, pero enfrentan grandes dificultades financieras y políticas.
En el conversatorio contamos con la presencia de Ramón Mejía: un admirador del Ferrocarril, quien pasaba los días en la central ferroviaria de Medellín, especialmente en los patios de la Alpujarra, donde pudo observar el mantenimiento de las locomotoras y hacer algunos recorridos.
Germán Vergara asistió virtualmente: Comentó que fue maquinista de primera clase y jefe de estación en Envigado en 1978. Se reconoció como un apasionado por los trenes, en la actualidad administra el canal de YouTube: Trenes de Colombia, donde tiene múltiples archivos.
Escuchamos, además, el testimonio de algunos de los asistentes, que aunque no tuvieron una relación directa con los ferrocarriles, sí tienen recuerdos nostálgicos de este sistema de transporte. Carlos Cadavid, comentó cómo un regalo de una locomotora de juguete que le hicieron luego de la muerte de su padre, estremeció su corazón de niño hace más de cincuenta años.
Finalmente, Carlos Mario López, un hombre corpulento, con una camiseta estampada por él mismo con el lema: “REVIVAMOS EL FERROCARRIL”, y con una historia muy interesante de vida que gira alrededor de las vías del ferrocarril, las cuales según su relato fueron su lugar de juegos y alegrías de niño y de tristeza y nostalgia de adulto, nos contó su historia.
Comenzó su relato con el recuerdo de su primer viaje en tren en 1967 que fue también el inicio de su pasión desbordante por ese mundo de trenes y rieles. Comentó que tuvo la oportunidad de viajar a lo largo de Colombia como pasajero en los trenes de carga, donde sus amigos los conductores y empleados del tren le brindaban comida y compañía, pues era tan frecuente su presencia en las estaciones y los vagones que se dio a conocer y querer entre ellos.
“Lamentablemente vi su ocaso” son las palabras que utilizó Carlos para describir el momento en que el ferrocarril dejó de prestar sus servicios y fue tirado al olvido, introduciendo camiones y volquetas en su lugar, lo cual según él fue un gravísimo error pues aún en países desarrollados como Estados Unidos y otros de Europa, Asia y Sudamérica siguen utilizando trenes, pues son un medio de transporte de carga excelente.
Contó cómo vio perder entre la maleza kilómetros de vías, las cuales decidió recorrer, esta vez a pie, pues se negó a aceptar la idea de que las locomotoras se habían ido. “Para revivirlo, recorrí todas las vías a pie y fue morir un poco”, relató.
Hoy en día es un hombre admirado y frecuentado por muchas personas, entre ellos jóvenes que, aunque no vivieron la experiencia del ferrocarril de primera mano se dejan contagiar por su pasión, pues también colecciona trenes y tiene una casa museo donde atesora piezas y artículos representativos, pues como él mismo dice, es un loco enamorado de los trenes.
Al final de su discurso, nuestro personaje recordó que las locomotoras transportaban a todo tipo de personas, animales y material, esta diversidad de pasajeros hacía del ferrocarril una fiesta, pues viajaban desde personas tocando guitarra y contando chistes hasta perros y gallinas. Terminó diciendo: “comprar un tiquete de tren, era comprar un tiquete a la felicidad”.
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