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Los grandes eventos musicales y el reto por defender la biodiversidad. (Columna de opinión)



Por Miguel Ángel González Mesa

 

Durante los últimos años las administraciones de Medellín y Bogotá han desarrollado gran cantidad de políticas con el objetivo de posicionar a sus ciudades como centros culturales y de entretenimiento globales. Después del congelamiento económico, consecuencia de la pandemia, las alcaldías apostaron por traer a sus territorios eventos de categoría mundial que activaran la cadena productiva y derivaran en múltiples beneficios. Así, entre los años 2022 y 2023 se presentaron en nuestro país artistas y agrupaciones musicales de la talla de Bad Bunny, RBD, Harry Syles, Morat, Karol G, entre muchos otros.


Foto: Estéreo Picnic

Lo anterior, ha sido posible gracias al aprovechamiento de escenarios como los estadios Atanasio Girardot y El Campín, además de arenas y coliseos como La Macarena, Movistar Arena, Coliseo Live, etc, que, aunque insuficientes ante las ambiciosas apuestas, han logrado acaparar parte de la demanda que se ha presentado en los últimos años. Sin embargo, y después de haber demostrado la buena acogida de los eventos masivos, las ciudades han decidido dar el siguiente paso, abriendo la puerta a festivales musicales de varios días de duración y con carteles que para nada envidian a los grandes eventos del mundo. El crecimiento acelerado de La Solar en Medellín y la mudanza de Estéreo Picnic a la ciudad de Bogotá han hecho que las empresas organizadoras y las alcaldías lleguen a acuerdos para el uso de parques y reservas naturales en estos eventos.


A pesar de la importancia de esta oferta cultura, estos eventos al aire libre han traído consigo gran indignación por parte de quienes nos consideramos parte de causas ambientalistas. Con preocupación vemos la manera en la que la fauna y flora de espacios como el Parque Norte y el Jardín Botánico, de Medellín, y el parque Simón Bolívar de Bogotá se han visto maltratada, irrespetada y amenazada por los gigantescos parlantes y los fuegos artificiales que explotan a diestra y siniestra durante noches enteras, afectando directamente a especies de aves, anfibios, reptiles y mamíferos que habitan estos lugares. Esto sin contar las toneladas de residuos que se lanzan en el marco de estas celebraciones y las afectaciones por el ruido en zonas residenciales, geriátricos e incluso hospitales cercanos a los eventos.


Es responsabilidad de todos los gobiernos distritales del país, especialmente de los que están en cabeza de Carlos Fernando Galán y Federico Gutiérrez, garantizar espacios apropiados para la celebración de eventos multitudinarios, planificar correctamente y exigir el cumplimiento de normas claras a las empresas desarrolladoras de espectáculos, además de la adecuación de los parques para así mitigar el impacto ambiental y social de estas aglomeraciones multitudinarias.


Es de entender que nuestras capitales llevan poco tiempo siendo centro de eventos de la magnitud de los que se están realizando, por lo que más allá de satanizar o denunciar la realización de estos, es importante entender y tener en cuenta para los próximos años que la industria del entretenimiento no es ajena y debe ir de la mano con las causas ambientales y sociales. Es muy positivo que los artistas mas importantes del planeta nos vean como un país imperdible por el desarrollo de su industria turística y cultural, pero para uno de los países con mayor biodiversidad en el planeta nunca va a estar de más utilizar nuestra gran innovación y preguntarnos: ¿De qué manera podemos seguir disfrutando mientras mitigamos el sufrimiento de los demás?

 


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