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Manifestaciones artísticas e historias en el barrio San Benito

Actualizado: 28 may 2021

Por Carlos E. López Castro
Como parte de la Agenda Cultural de la Comuna 10, La Candelaria, encuentro ciudadano priorizado con recursos del programa de Planeación del Desarrollo Local y Presupuesto Participativo de Cultura de la Comuna 10, La Candelaria, la Fundación Historias Contadas Comunicaciones realizó una tertulia virtual con el fin de entrevistar a algunas personas que durante mucho tiempo han vivido o han tenido alguna relación con el arte, la cultura, con universidades o instituciones educativas en el barrio San Benito. Recuperar esa memoria y publicarla para que nuevas generaciones conozcan esas historias, es parte vital de nuestro objeto social.
Veamos a continuación, varias páginas de las entrevistas en la tertulia con algunos de los participantes:
UN MURAL EN EL BARRIO
En Medellín, existió una norma a favor del arte, que hoy muchos artistas plásticos reclaman como una alternativa para la reactivación económica y cultual. Según el Acuerdo 36 de 1982, se obligó a los constructores que el 70% del impuesto que recaía sobre las edificaciones invertirlo para el fomento de la creación de obras plásticas y la financiación de entidades culturales. En su artículo primero° decía: “El interesado en toda edificación o programa de edificación que haya de desarrollarse en la ciudad, cuya área a construir sea por lo menos igual a la indicada a continuación tendrá expresión plástica y que corresponda a una modalidad del arte o que represente un aporte al fomento del patrimonio cultural”. Dicho acuerdo se mantuvo vigente desde su reglamentación, en 1983, hasta su derogación, en 1994.
Gracias a ese acuerdo aún se conservan muchas obras en patios o entradas a edificaciones. Pero esa idea de sacar el arte de los museos a las calles y que le llegara a sectores más populares ya tenía protagonistas desde años antes con un mural de la artista Nirma Zárate, en el barrio San Benito. Esos protagonistas fueron los pertenecientes a “El Taller 4 Rojo” que tuvo varias etapas de producción y estuvo conformado por Diego Arango, Nirma Zárate, Jorge Mora, Jorge Villegas, Germán Rojas, Umberto Giangrandi, Carlos Granada y Fabio Rodríguez. El objetivo del colectivo era sacar el arte a las calles, hacer obras que resonaran con el descontento popular, que privilegiaran la acción con sindicatos y organizaciones sociales y que evitaran los museos y galerías. Crearon diversas obras, principalmente en serigrafía o fotomontajes, en contra de la guerra en Vietnam y el bienestar de la clase campesina y obrera. De forma paralela, Zárate elaboró entre otros trabajos un mural en Sintradepartamento sobre la fuerza sindical en Antioquia en 1980 y una serie de grabados sobre el proceso del algodón. 1. (1. https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Nirma_Z%C3%A1rate)
Sobre este mural en el barrio San Benito, el abogado Carlos Cadavid, en nuestro conversatorio expresó: “Los criterios para la compra del edificio de la Escuela Nacional Sindical, en el barrio San Benito fueron la posibilidad de crecimiento y sostenimiento patrimonial y la de conservar y proteger la obra mural pictórica y fotolitográfica como patrimonio cultural de todos los trabajadores, existente allí desde 1980. El monumental mural que ocupa todo el ancho escenario del auditorio del segundo piso, fue elaborado por la pintora bogotana Nirma Zárate (1936-1999) con la ayuda de un grupo de pintores comprometidos de la época -Taller 4 Rojo (Alexis Forero, Teresa Quiñones y Felipe Larrea), que vincularon su producción artística con las luchas sociales, sindicales y populares y sus protagonistas de la década de los años 70. En el Museo de Antioquia, Sala Promesas de la Modernidad, se puede apreciar de manera virtual una parte de los trabajos de Fotolitografía de Nirma Zárate, que ha sido entregados en comodato para beneficio cultural de la comunidad”. (https://my.matterport.com/show/?m=3TC7oYotrBE).
Nirma Zárate nació en Bogotá en 1936. Estudió en la Universidad de los Andes y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Al final de sus estudios en las décadas de 1950 y 1960, practicó una pintura de tendencia abstracta, reconocida favorablemente por los críticos de arte. Durante la exposición organizada en la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República (BLAA) en 1964, la crítica de arte Marta Traba afirmaría: “Nirma Zárate ha hecho en Colombia una carrera meteórica. Esto quiere decir que hace cuatro años que salió de la Escuela de Bellas Artes. Hizo en Bogotá una primera exposición aún de estudiante, viajó por América y Estados Unidos, se radicó en Washington, fue seleccionada para presentar una muestra individual en Unión Panamericana de Washington, sus cuadros integraron la gran exposición de Arte Colombiano (...) y acaba de ganar dos premios seguidos”. 2. (2. https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Nirma_Z%C3%A1rate)

Exposición en el Museo de Antioquia: Nirma Zárate (1936-1999). De la colección “El algodón” 1,2,3,4,5 y 6. Foto serigrafías en papel (1980)

OTROS SITIOS Y LÍMITES
Cuando en la tertulia virtual mostramos a los asistentes un mapa con los límites y algunas fotos antiguas, entre ellas, la estación Villa del Ferrocarril de Antioquia, que entonces estaba en el barrio San Benito, un conocedor de los procesos históricos, el sociólogo Diego Andrés Ríos, a la pregunta de la desaparición de algunos sitios históricos y de los cambios en los límites, expresó:
‘‘La estación Villa’’, no se llamaba así por José María Villa, que es el nombre de la plaza Minorista. Las personas asocian los dos nombres como si se tratara de la misma persona, pero la estación Villa del Ferrocarril de Antioquia llevaba ese nombre por don Recaredo de Villa, que fue el gobernador que siguió a Pedro Justo Berrío y a quien le tocó en gran medida darle trámite a todo el proceso de formalización que dio inicio a las obras del Ferrocarril de Antioquia.
En esas fotos, aparece la estación Villa en el barrio San Benito, pero la ubicación específica de la estación es más precisa, no donde está la Minorista, sino en la glorieta cuando termina la avenida de Greiff hacia el norte. Hago esta anotación porque los límites de los barrios cambian, la representación a lo largo de la historia nos va cambiando las jurisdicciones.
Sobre ese San Benito, hay muchos referentes que hoy no estarían en el barrio y que aparecen según la planeación como la estación Villa, que hoy podemos contar como parte de otro barrio diferente, teniendo su origen en un callejón que partía de la Avenida de Greiff hacia el norte y que se conoció en algún momento como el barrio de Santa María.
Hoy, mucha gente se pregunta por qué de Colombia hacia el sur -donde está la Universidad Autónoma Latinoamericana- también le pertenece al barrio San Benito si muchos relacionan que esa zona es “El hueco”, cuando eso ya empieza a ser el barrio Guayaquil y nuevamente es la historia la que nos puede decir por qué ese territorio pertenece al barrio San Benito. La clave la tiene una calle que muchos no tienen en cuenta permanentemente, la calle Salamina, que se abre desde mediados del siglo XIX entre Boyacá y Colombia, y hacia finales de este siglo desde las calle Colombia a Ayacucho. Esa unión de la calle Salamina hacia la zona de San Benito hace que todo el desarrollo alrededor de ciudad don Bosco y la Universidad Autónoma Latinoamericana, aunque esté de Colombia hacia el sur, haya nacido junto a San Benito.
SECTOR EDUCATIVO
Dando paso a otra participación de los asistentes a la tertulia, le preguntamos a Diana Patricia Velásquez sobre los más de 20 años como conocedora de una de las universidades ubicadas en el barrio San Benito, y esto nos contó:
“Nuestra Universidad Autónoma Latinoamericana, como lo han mencionado, está en el barrio San Benito. Este año cumplimos cincuenta y cinco años, el dieciséis de septiembre.
En 1966, se generó una huelga en la Universidad de Medellín por atropellos administrativos y el bajo nivel académico que se manejaba, el epicentro estuvo localizado en la facultad de derecho, cuyo decano era el doctor Federico Estrada Vélez. En horas de la noche del dieciséis de septiembre de ese mismo año, se suscribió el acta de fundación en un acto especializado que se realizó en la calle Colombia en el barrio San Benito. Los subscriptores del acta de fundación para nuestra universidad, fueron sesenta y cinco profesores, y ciento setenta y tres estudiantes que querían una universidad que fuese abanico de ideas y creados.
Actualmente, junto con nuestro rector, venimos trabajando en aras de que cada una de las carreras que tiene nuestra universidad, fortalezca los procesos sociales y comunitarios.
Nuestra corporación de sociólogos no ha trabajado solamente en la comuna diez, sino que también abarca toda el área metropolitana, en especial lo concerniente al barrio San Benito: siendo la idea unos años atrás el entrar a dialogar con el sector en una problemática que sentíamos grave y era rescatar la plazoleta Zea, en su momento se hicieron algunas actividades. Desde mi punto de vista, tenemos una deuda con el barrio, tanto la universidad como la corporación, de articularnos más y hacer que nuestro barrio, donde estamos ubicados, sea más visible ante los habitantes del resto de los diecisiete varios de la comuna diez y de la ciudad. Ahí tenemos una deuda pendiente, tenemos que ser responsables con esa tarea”, terminó expresando Diana.
ESCULTURA EN EL BARRIO

Desde el año 1932, el escultor Marco Tobón Mejía realizó la escultura del científico y político colombiano Franciso Antonio Zea, en una época cuando mucha parte del barrio eran terrenos despoblados o potreros como se aprecia en la foto antigua anexa a esta página. Hoy, casi noventa años después la escultura en marmol aún se conserva en el parque del mismo nombre en el barrio San Benito.
Francisco Antonio Zea (Medellín, 21 de octubre de 1766 - Bath, 28 de noviembre de 1822). Fue bautizado el 23 de noviembre de 1766 con el nombre Juan Francisco Antonio Hilarión Zea y Díaz, sus padres, don Pedro Zea y doña Rosalía Díaz, pertenecían a un grupo de vascos que colonizaron Antioquia. Zea tuvo dos hermanas: María Francisca y María de Jesús. Don Pedro desempeñó algunos puestos de importancia en la recién fundada Villa de la Candelaria de Medellín y en Santa Rosa de Osos. La casa de Zea aún se conserva restaurada en la calle Boyacá en el mismo barrio San Benito.

Fue bautizado el 23 de noviembre de 1766 con el nombre Juan Francisco Antonio Hilarión Zea y Díaz, sus padres, don Pedro Zea y doña Rosalía Díaz, pertenecían a un grupo de vascos que colonizaron Antioquia. Zea tuvo dos hermanas: María Francisca y María de Jesús. Don Pedro desempeñó algunos puestos de importancia en la recién fundada Villa de la Candelaria de Medellín y en Santa Rosa de Osos.
El escultór Marco Tobón Mejía nació en 1876 en Santa Rosa de Osos, Antioquia y murió en París, un año después de realizer la escultura de Zea en 1933.
Inició su carrera artística en dibujo y pinturas. Colaboró como ilustrador y caricaturista en la revista Lectura y arte en Colombia, y en las revistas cubanas El Fígaro y Cuba y América durante su estancia en aquel país (1905-1909). Pero, donde verdaderamente sobresalió fue en la escultura, arte que trabajó sobre todo en París. Aunque tiene admirables esculturas de tamaño relativamente grande (como La poesía y El silencio conservadas en el Museo Nacional de Bogotá), lo que alcanza mayor calidad de toda su producción son los relieves, auténticos dibujos en placas y medallones, en los que se aprecia una gran destreza técnica y una enorme habilidad para diseñar figuras. Entre sus obras se encuentran: Mujer en la roca (placa clásica), Murciélago (una gran figura de mujer con alas de murciélago, de enigmático simbolismo), Cabeza de mujer coronada de laurel y las seductoras Salomé y Danza de Salomé. También trabajó la escultura conmemorativa, como la realizada en honor de Francisco Javier Cisneros (en la plaza del mismo nombre en Medellín). Igualmente tienen interés el sagrario de la catedral de Santa Rosa de Osos (1922, tallado en mármol de Siena); el monumento funerario a Pedro Justo Berrío (1927, en el cementerio de San Pedro en Medellín) y el monumento a la Bandera (1931) en Barranquilla. Su estilo se mueve entre la afirmación de lo neoclásico por un lado, y la influencia del mundo ornamental del art nouveau por otro. (Fuente: www.mcnbiografias.com)
DATOS HISTÓRICOS

Las fuentes orales en todas las épocas y territorios, han sido tomadas con prevención por los historiadores, y sometidas a crítica documental, aunque desde el principio de la historia, como ciencia, se han utilizado. Las personas que durante toda su existencia han habitado un barrio como San Benito también son protagonistas de esa otra historia sin contar. Uno de esos protagonistas es Carlos Mario Isaza quien ha vivido toda su vida en el barrio. Ante la pregunta: ¿Qué nos puede contar de casi sesenta años desde su infancia, de haber estudiado y habitado el barrio San Benito?, nos respondió:
“Soy uno de los pocos habitantes que quedan en el barrio, que es de los más tradicionales y coloniales que tenemos en la ciudad de Medellín. Por lo tanto, quisiera aclarar esto antes: San Benito no es el barrio más antiguo que tiene la ciudad, siendo este San Lorenzo.
El nombre de San Benito viene de los franciscanos, por San Benito de Palermo. Para dar una descripción históricamente topográfica del barrio, hay un poeta, que escribió estas palabras: ‘‘Al parque de aquella villa, bajando hacia el occidente, por callecita empedrada, de techos bajos y bahareque, pasando por Veracruz, la ermita del forastero, porque en largos caminos de zancos hasta Tenerife, entramos a un pueblito de gente humilde y sencilla. Era el siglo XVII, cuando María Paladines construyó una capillita hecha de paja y bahareque y casi a orillas del río. Se levantaron las mercedes, gente pobre, gente humilde, fueron sus nuevos vecinos los que hacían los trabajos más sencillos de la villa para principios del siglo XIX. Asentaronse en estos suelos, construyendo un convento, con sus patios empedrados y con claustros monarcales, una iglesia de ladrillo con amplias naves y gran calado. Y desde ese momento, el pueblo dejó de ser pueblo para llamarse San Benito”.
San Benito de Palermo es el nombre al primer santo negro que la iglesia católica nombró, la última parte de su nombre se debe a que él nació en Palermo. Debido a que nosotros somos de esa comunidad franciscana –criados y estudiados en el colegio Fray Rafael de la Serna-, siendo un molde que vino de España, y fue quien creó la Universidad de Antioquia.
San Benito es de los barrios más tradicionales, más queridos y más adorados que tiene la ciudad. Después, por la construcción de la Plaza Minorista, ha tenido unos cambios muy profundos, ya es un inquilinato, muchos hoteles y las familias tradicionales se fueron del barrio, se alejaron para vender porque decían que eso se iba a volver un “Pedrero”, igual a la antigua plaza en el barrio Guayaquil. Vendieron barato sus propiedades y se alejaron, por lo que hay muy poca gente, muy poca familia en el barrio San Benito; ya todo es comercio, siendo uno de los barrios donde más personas transitan por ser un barrio céntrico, con sus ventas ambulantes aumentando”, finalizó Carlos Mario.
NARRACIÓN ORAL COMO ARTE

Si tenemos en cuenta que la narración oral, la cuentería, es un oficio que se convierte en arte cuando trasciende desde los barrios a lo universal, debemos valorarla como parte de nuestra cultura. El barrio San Benito tiene su cuentero propio nacido allí, Diego Tamayo, con formación artística en cuentería o narración oral-cuentero, graduado como profesional en la Corporación Cultural Viva Palabra, Escuela de Cuentería y Oralidad. A la pregunta cómo fue su niñez y juventud en el barrio, esto nos contó:
“Ahí, llegué muy pequeño. Había una cosa muy especial en el barrio, fuera de ser residencial, ya que era prácticamente una pequeña unidad deportiva al alcance de la época, sin contar el problema de construcción u otras cosas. Nosotros teníamos la manga del Atraco y la del Triángulo para hacer fútbol. Basquetbol se hacía en el colegio Fray Rafael de la Serna. Nosotros construíamos los carros de rodillos y por toda la avenida de La República hacia arriba a la plazuela de Zea, volteábamos y ahí hacíamos un circuito a carro de rodillo. Luego construimos patinetas de rodillos que nos dieron la oportunidad de hacer nuestros circuitos deportivos en ese lado también.
Teníamos también, los juegos tradicionales de bolas, canicas, trompo, cometas y todo esto dentro del barrio y en un ambiente familiar. Teníamos además esa zona comercial del centro donde subíamos sin ningún problema, también esa otra parte de la formación religiosa en el convento de las siervas del santísimo que estaban en un costado de la plazuela de Zea, estaba La Candelaria, La Veracruz y, mejor dicho, podíamos ir a pie hasta La Metropolitana, hasta la de Jesús Nazareno. Entonces ese conglomerado de cosas, que uno como niño y luego adolescente disfruta sin peligro de transporte y todo eso, van impresas en el alma.
En estos días, a mis 67 años de edad, me dio por pasar por la Estación Villa, mejor dicho, por La Minorista, y la verdad fue decepcionante ver como se había transformado urbanística y socialmente nuestro barrio, porque sigue siendo el barrio de la infancia. Cuando traté de hacer los cuentos el gran maestro Villaza me dijo: ‘‘sus cuentos están en la infancia, hágale por ahí’’ y con eso podemos contar parte de esos cuentos.
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La publicación de este artículo hace parte de Agenda Cultural PDL y PP Cultura. Eventos Barriales Comuna 10 La Candelaria.
Encuentro ciudadano priorizado con recursos del programa de Planeación del Desarrollo Local y Presupuesto Participativo. Secretaría de Cultura Ciudadana.

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