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Publicaciones periódicas: 22 años de Historias Contadas

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Por Carlos E. López Castro (editorial de la Revista Historias Contadas # 161)


Como parte de la programación de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, asistimos al conversatorio “¿Y dónde nos hemos leído? 146 años de prensa en Antioquia”, con la periodista e investigadora María Cristina Arango. Un tema apropiado para contar historias de los beneficios y mencionar algunas personas que están en contra de las publicaciones impresas, teniendo en cuenta nuestro aniversario 22 que llega a 161 números publicados de la revista Historias Contadas y diez años en el Suroeste Antioqueño con 73 números de la revista De Interés.

Ella inició contando lo que fue un chibalete, mueble de madera que contenía cajones donde estaban las fuentes, en la época cuando se imprimían los periódicos y revistas con el antiguo método con letras tipos móviles de plomo, imprenta inventada por Gutenberg.

En la primera investigación para su libro “Publicaciones periódicas en Antioquia 1814-1960. Del chibalete a la rotativa” invirtió siete años de su tiempo. Para la segunda edición corregida y mejorada investigó otras publicaciones como “La Estrella de Occidente”, que en la primera edición fue imposible encontrar, pero en la segunda, dio con pistas de una colección por la cual pedían veinte mil dólares, pero luego encontró en la Biblioteca de la Universidad de Vanderbilt en el estado de Tennessee.


En el prólogo del libro, Juan Luis Mejía Arango escribe así: “En la actual Colombia, el arribo de la imprenta de tipos móviles fue bastante tardío. Habría que esperar hasta la mitad del siglo XVIII para que una rudimentaria maquinita fuera permitida por las autoridades reales. En ella se imprimían novenas y naipes. Cuando Nariño imprimió una cuartilla con los derechos del hombre, la situación cambió. Resultó que la maquinita permitía trasmitir el pensamiento ajeno y eso no le gustó a quien controlaba la circulación de las ideas”.


En el conversatorio también se mencionó la prensa satírica, que en el pasado, igual que hoy, se dedicaba al servicio de un partido político para criticar y tirarle sátiras al opositor. Hace años, algunas personas le decían “Periódicos de Tiradera”. Pero, en estas líneas, no como sátira, sino como un S.O.S, quisiera mencionar unas cuantas verdades de las políticas en contra de los Medios Alternativos, Independientes, Comunitarios y Ciudadanos, MAICC: En el Presupuesto Participativo desaparecieron las comunicaciones en casi todas las comunas, a pesar de que figuramos en los Planes de Desarrollo Local. La Política Pública de Medios no tiene un verdadero presupuesto que debía fortalecer a los MAICC. Los precios de pauta y de servicios de comunicación que impone la Alcaldía son muy inferiores a lo que debería costar. La Secretaría de Cultura Ciudadana al referirse a las comunicaciones en Agenda Cultural en la ciudad, en un comunicado dice textualmente: “… mención en los medios comunitarios deben realizarse de manera gratuita...”. La misma Secretaría ya no permite que nuestras organizaciones culturales participemos en más de una actividad en Agenda Cultural de Presupuesto Participativo. El actual director de la Biblioteca Pública Piloto, durante los últimos meses, en un millonario contrato de Presupuesto Participativo, del Centro de Investigación Cultural, descartó la contratación y la participación de los medios culturales de Medellín. Desde hace varios años las empresas transportadoras cobran más de ocho mil pesos por el envío de una revista a cualquier dirección del área metropolitana. Y a nivel del gobierno nacional, el Consejo de Estado suspendió la directiva presidencial que destinaba el 33% de la pauta estatal a medios comunitarios e independientes, que iba a beneficiarnos, noticia que había anunciado el presidente Petro, hace un año en el Encuentro Nacional de Medios en la ciudad de Armenia.


Al terminar el conversatorio con María Cristina, le pregunté dónde podría encontrar muchos números de la revista Letras y Encajes en la cual le publicaron un cuento a mi padre, hace más de 80 años cuando él trabajó en esa revista como montajista de los lingotes de plomo y fue linotipista, proceso antes de la impresión. Ella me respondió: “La mala noticia es que donde había la mayor cantidad, la bibliotecaria las botó dizque porque eran muy viejas. Pero la buena noticia es que puede encontrar muchas en la Sala Antioquia y en la Biblioteca Nacional”.


Todas estas historias, sumado a la respuesta de una profe, que en estos días, en una capacitación sobre medio ambiente, decía que una buena acción ecológica sería que los medios impresos se publiquen de forma digital. Nos preguntamos: ¿En cien años, podrá la tecnología digital conservar la memoria como hoy la consulta María Cristina?

 
 
 

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